¿Podemos afirmar que La habitación alemana, primera novela de Carla Maliandi, inventa un género nuevo? Esa sería sin dudas una exageración. Pero sí podemos decir que el texto gira en torno a lo que bien podríamos llamar ¿novela de no aprendizaje¿: una protagonista ¿mujer, joven¿ viaja a Alemania atrapada por conflictos sentimentales y no dejan de sucederle toda clase de peripecias y accidentes -algunos trágicos, otros cómicos-. Nunca logra comprender del todo su situación. En lugar de avanzar y aprender, sigue siempre a tientas, en la perplejidad, en la vacilación. Escrita con un tono vertiginoso, esa vacilación se vuelve suspenso: estructurada en capítulos breves, los leemos queriendo saber cómo continúa, qué pasará, cómo se resolverá. Terminamos de leer cada capítulo y queremos más. Siempre más. Y Maliandi no se priva de llevarnos de la mano hasta el final de una novela que, pronto, se convierte en inolvidable.
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