El lugar de Julio Cortázar en la literatura argentina se ha visto sucesivamente consolidado, cristalizado, refutado, vaciado, recuperado. Y eso no sólo ocurrió sucesivamente, sino también bajo la forma sincrónica de diversas disputas y tensiones de lectura. La relación de Cortázar con la política resultó especialmente propicia a los reduccionismos que sirvieron para santificarlo o para condenarlo, ya sea en nombre del mecanicismo biografista o ya sea en nombre de ciertos estereotipos de escritor. Por eso un ensayo como el de Carolina Orloff, riguroso y reposado, es hoy por hoy indispensable. Lo es para repensar a Cortázar, y aun para considerar con seriedad de qué se habla exactamente cuando se habla de literatura y política. Martín Kohan