Una mujer está detenida en una comisaría. Su templanza desconcierta a los agentes que la rodean, pero a su vez le permite tener la valentía necesaria para hacer su declaración allí mismo y no en el juzgado. Así comienza un relato tan descarnado como atrapante, en el que se cruza su genealogía familiar –es la cuarta generación de argentinos–, con la historia del país. Hija única de un hacendado amante de los caballos y de una mujer dedicada a la vida doméstica, pasa sus primeros años, sin mayores sobresaltos, en una estancia de un pueblito de la llanura pampeana. Es una niña amorosa, mimada por todos, y tempranamente manifiesta un interés particular por el arte.
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