¿Cuánto verano puede entrar en una carta? ¿Todo eso que vivimos y sentimos puede viajar hasta los demás? ¿Cómo se pueden contar y guardar en un sobre esas experiencias?
El protagonista de esta bella historia -a quien conocimos en El Membrillo-, escribe una carta a su abuela, a la sombra del membrillo que ya no es una semilla, sino un árbol que da cobijo. Y desde ese cobijo enumera, antes de que llegue el otoño, todas las sensaciones que este verano le regaló: el sabor de las gotas de rocío en el pasto; de aquella nube rechonchita y sola; el perfume de las flores; una estrella fugaz que surca el cielo y una constelación de luciérnagas…
Recuperando la tradición de escribir cartas, ese arte que aún conserva su magia, la autora Clau Degliuomini compone una historia tierna, juguetona y sensible. Un poema al verano, a la memoria, a la importancia de contar, de escribir y compartir.
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