En esta novela de 1914, Natsume Soseki, el más clásico de los autores del Japón moderno, despliega a partir de una inteligente estructura narrativa, un poético y desolador viaje hacia la auto-conciencia del protagonista, hacia una verdad moral aterradora sólo revelada al final, viaje en el cual el misterioso sensei, el protagonista, arrastra a su joven discípulo de igual manera como, sutilmente, acaba arrastrando al propio lector. La gradual intensidad de las inquietudes de este sensei, un intelectual del Japón moderno, se inserta en la situación de una sociedad cambiante en la que el individualismo y el egoísmo han reemplazado definitivamente las viejas estructuras sociales del Japón premoderno. Sus inquietudes, sin embargo, siguen tan vigentes para el hombre moderno occidental del siglo XXI como para el intelectual japonés de hace 100 años. En Japón sigue siendo un libro leído y admirado. El suicidio del protagonista de la obra en 1912, poco después del suicidio ritual del famoso general Nogi Maresuke (1849-1912), héroe de la Guerra Ruso-Japonesa, representa el fin de los viejos valores y el nacimiento del conflicto de valores opuestos que impone una modernidad, léase occidentalización, asimilada a marchas forzadas por Japón a partir de 1868. Kokoro es la recreación penetrante y desgarradora de la complejidad moral existente en las relaciones humanas donde hay tanto que queda sin decirse, incluso en los ámbitos más íntimos. En este sentido, los silencios de la obra, más elocuentes que las palabras, y las alusiones indirectas, sirven de puente al corazón de las cosas y de las personas. Un corazón observado tanto desde la especial perspectiva de la cultura japonesa, como desde la condición humana en general. Kokoro, que quiere decir precisamente corazón, es una lectura sobre el amor y la vida que se hace inolvidable por su sobria, poética intensidad.