Eran los meses de invierno de 1946. Hanns Alexander –alemán, judío– se propone encontrar a Rudolf Höss, el Kommandant de Auschwitz y responsable de la muerte de más de dos millones de personas. Höss había huido a través de un continente en ruinas y se ocultaba bajo una nueva identidad. Era, además, el único hombre cuyo testimonio podía garantizar que se hiciera justicia en Núremberg y saliera a la luz toda la dimensión del Holocausto.
CORREO ARGENTINO
DESCUENTO DEL 10% POR TRANSFERENCIA BANCARIA
Protegemos tus datos