La poesía es el arte de enunciar conceptos que se transforman en realidades irisadas. Momentos que mutan como flechas hacia horizontes polvorientos. Una sutil cascada de palabras que aturde los sentidos. Y el poeta, como un viejo forastero que llega a un pueblo nuevo, los enumera con sus manos y luego piensa, para existir después a la manera de un sueño inesperado. Manuel Troncoso se aferra a estas premisas para desarrollar, en Flor Artificial, los motivos de su fantasía. El amor, la política, el deseo, la paternidad y la ausencia, ese fantasma que recorta los poemas apenas salidos de su aliento, como trémulas mariposas que vuelan al atardecer.
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