Atrapada en la mitad de la vida; la narradora de este diario ficticio; o de esta ficción del yo; no encuentra su propio deseo. Es; a la vez; hija; esposa; hermana; madre de tres y huérfana. Pero; ¿quién es ella; ella sola; sin tener que ocuparse de nadie; ni del perro? Es la desertora; la que se aleja para fumar y observa los tics de clase; los remolinos familiares; las mutaciones invisibles. Hoy está muy callada; sí; pero ese silencio está lleno de palabras y; bajo la aparente quietud; está este movimiento verbal; el duelo; el relato; la resultante de todo el tironeo emocional: una soledad construida y la defensa de una voz propia; que se despliega con inteligencia; librada de la gratuidad de la ficción y desentendida de la fidelidad autobiográfica. Así los textos van conformando una novela agazapada; en la independencia total de la mirada. (Pedro Mairal)
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