Los poemas de Eso que nadie se quiere perder construyen una experiencia lisérgica y a la vez mitológica de la realidad. Son como arquetipos que se vuelven deformes por la historia reciente y se desarticulan bajo un sentimiento propio de tecnociencia mística. Atravesados por una búsqueda de espiritualidad, uniendo un poco las antinomias entre máquina y naturaleza, tecnología y espíritu, drogas sintéticas y plantas sagradas, nos plantean situaciones sensibles en estos tiempos duros.
Tálata Rodríguez
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