Fiel a su formación autodidacta, David Wojnarowicz desafió las fronteras entre lenguajes, medios y acciones, y escapó de las definiciones unívocas: fue pintor, músico, fotógrafo, escritor, realizador de películas en Super 8 y protagonista decisivo del efervescente entorno social y cultural del East Village de Nueva York en los años ochenta. De su obra visceral sobresale su espíritu colaborativo –en comunión fluida con otros–, pero también contestatario. Miembro del colectivo act-up, Wojnarowicz fue un activista muy involucrado con las políticas identitarias de los homosexuales antes y durante la epidemia del sida, enfermedad que lo privó de amistades y amores y que se lo llevó incluso a él en 1992, a los 37 años. En su trayectoria, arte y militancia estaban en permanente diálogo y reinvención, y ambos debían ganar la calle para circular por fuera del corset de las instituciones tradicionales, ocupando espacios que no les estaban destinados.
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