El reverendo Cheney es el primer compositor que anotó todos los cantos de pájaros que escuchó trinar en el jardín de su parroquia, durante su ministerio, en los años que van desde 1860 a 1880.
Anotó hasta las gotas de la cañería mal cerrada que caían en la regadera apoyada sobre los adoquines de su patio.
Transcribió hasta el sonido particular que hacía el perchero del pasillo cuando el viento se embolsaba entre los pilotos y los abrigos invernales.
Me hechizó esa extraña casa parroquial que de pronto se volvió sonora y fui feliz en ese jardín animado por el amor que un hombre sentía hacia su mujer desaparecida.
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