Cuando alguien decide comenzar una relación sexoafectiva, aparecen los desencuentros y la decepción. Nunca fue tarea fácil hallar con quién compartir la vida, y hoy en día, en la era de la comunicación —donde reina la incomunicación—, aliada con la tecnología y las apps, se vuelve más difícil. “Si hay un problema, implica que existe una solución —dice un proverbio chino—, de lo contrario, no sería un problema”. Si a esto le sumamos que la comunidad gay no fue aceptada por mucho tiempo, que sufrió discriminación, abusos y violencias, el combo resulta explosivo y, en muchos casos, se abandona la búsqueda antes de comenzarla.
La cultura gay tiene sus propias reglas, sus circuitos de encuentros y sus códigos; desconocerlos o ignorarlos es un error determinante en el acompañamiento de ese objetivo.
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