Cuando el hilo de la voz se interrumpe aparecen las palabras, valores sueltos que recuerdan su pertenencia a la lengua que las articula, a la seguridad de la memoria, a los ritos de la identidad que mantiene a salvo pero también congela, captura. Lo que irrumpe en El mar dentro del cuerpo, la primera novela de Bárbara Alí, es doloroso, pero permite atisbar la lengua más allá de lo abarcable, en la frontera con lo real. Y en un mundo que dispone lo personal como valor excluyente sospechar que el deseo puede ser del mar (de lo inabarcable, y no una obligación de sí) permite el alivio de saber que somos, también, mecidos por el oleaje de la voz humana, por el hilo, la poesía.
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