Trece cuentos japoneses.
Cuando el 24 de julio de 1927, el escritor Ryunosuke Akutagawa (1892-1927) se quedó dormido para siempre abrazado a una Biblia, tras haber ingerido una dosis letal de cianuro de potasio, estaba naciendo una de las leyendas más sólidas y perdurables de la literatura japonesa del siglo XX. Conocido en Occidente sobre todo por Rashômon (la inolvidable película de Akira Kurosawa, basada en dos cuentos suyos), en Japón existe unanimidad en considerar a Akutagawa el mayor cuentista de todos los tiempos, a la altura de los grandes maestros occidentales del género como Maupassant, Chejov o Poe. Akutagawa fue, sin duda alguna, un maestro de las formas breves, adelantándose y quizá influyendo a famosos escritores como Borges, Hemingway o Carver.
La obra de Akutagawa ha sido ampliamente difundida en todos los idiomas modernos, sin embargo, la traducción de sus escritos se ha limitado a un pequeño grupo de relatos de los casi doscientos que integran sus obras completas. De ahí la importancia y relevancia de la publicación de El mago. Trece cuentos japoneses, pues a excepción de “El mago” (nueva versión del cuento que Borges tradujo del inglés con el título de “Sennin”), los otros doce relatos, traducidos directamente del japonés, son inéditos en español.
El mayor mérito de Ryunosuke Akutagawa reside, probablemente, en su capacidad de generar emociones, derivada en parte de sus habilidades innatas como narrador y del uso de las diversas estrategias narrativas que sabía manejar como un consumado tahúr. Pero, más allá de sus capacidades técnicas, predomina su profunda sensibilidad y su magistral y a menudo dramático conocimiento de la condición humana, que le permitieron crear piezas tan sutiles y delicadas como las que el lector descubrirá en este libro.
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