Rudolf Koch escribió una auténtica epopeya gráfica cuyos héroes son los signos. El itinerario de las 493 imágenes de El libro de los signos -que contiene signos de toda clase y cómo fueron usados en los tiempos primitivos, entre los pueblos de la Antigüedad, por los primeros cristianos y en la Edad Media- se lee y se mira como una estirpe incesante, o como una red de linajes con orígenes comunes.
Koch no pretendía descifrar el enigma de esa red simbólica que es la escritura; por el contrario, pensaba que algo de ella persistía siempre en sombras, un poco como los primeros románticos alemanes creían en una escritura “jeroglífica”.Los tipógrafos son modestos, y Koch lo era.
No inventó una escritura: nos enseñó a contemplar y comprender de otra manera el misterio de las existentes.
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