Una deslumbrante colección de mundos laberínticos y maravillosos que solo pueden surgir de un ingenio fantástico: tan vívidos, que traspasan el papel y se funden con el propio imaginario, rompiendo todos los límites de la ficción.
Steven Millhauser se consolida como un hechicero de la palabra, su prosa límpida es capaz de crear los reinos más brillantes o los lugares más inquietantes. Explora como en placenteros sueños lúcidos los oscuros misterios de la vida cotidiana, las fuerzas ocultas y la transgresión en donde lo único imposible es emerger indemne de sus historias.
La eximia traducción de Carlos Gardini permite adentrarse en cada uno de estos espejismos y deambular por las fantasmagorías de Millhauser en una de sus mejores versiones.
Cuando supimos que Hensch, el lanzador de cuchillos, pasaría por nuestra ciudad para hacer una única presentación el sábado, a las ocho de la noche, titubeamos, preguntándonos qué sentíamos. ¡Hensch, el lanzador de cuchillos! ¿Queríamos aplaudir de alegría, saltando y sonriendo con anticipado deleite? ¿O queríamos en realidad apretar los labios y apartar los ojos con severa reprobación? Así era Hensch.
Del cuento “El lanzador de cuchillos”
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