Hace mucho tiempo, en el campo de las relaciones amorosas, las abuelas nos enseñaron a contentarnos con lo que nos tocó, con el peor es nada, porque ya suficiente afortunadas éramos si un hombre nos elegía como pareja. Con las revoluciones y las reformulaciones amorosas actuales, sin embargo, las mujeres han descubierto el engaño, el sometimiento disfrazado de consejo: ya no renuncian a sus gustos, deseos y carácter para ser las compañeras de nadie. Pero si el feminismo avanza, el machismo toma revancha. Los privilegios de la masculinidad se siguen aferrando en la conducta de aquel que piensa que por cambiar los pañales o lavar los platos ya es un deconstruido, mientras aprende a esquivar la responsabilidad afectiva en nombre de su libertad. En ¿El amor es o se hace? Luciana Peker reflexiona sobre las formas de reencontrarnos en el terreno del amor una vez que atravesamos por el terreno de la deconstrucción.
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