Alguien dijo alguna vez que el problema del policial argentino es la policía argentina. La frase encierra un chiste, y como todo chiste una verdad. El policial argentino nunca podría inscribirse en la tradición clásica del asesinato en la habitación cerrada por dentro, porque necesitaríamos otra sociedad, una en la que esos casos pudieran desentramarse gracias a detectives distinguidos, expertos en lógica, que abordan la intriga mientras disfrutan del té a las cinco de la tarde.
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