No dudo de que la mirada de Ajmátova cortaba el aliento, le creo a Brodsky y a los que la describieron como una mujer sumamente inteligente, sagaz y exótica. Pero no quiero detenerme en las obviedades, mi Anna es compleja como una matrioshka que desde lejos parece una sola, pero en verdad son varias y distintas, si te animas a abrirla y explorar su interior. Cuando me acerqué a ella, primero conocí a la Ajmátova trágica, a la "musa del llanto". Pero no era justo ni suficiente ese perfil, seguí leyéndola y descubrí a la Ajmátova teatral, la que hace del abandono y la humillación, un espectáculo, la que enseña las vivencias intimas y dolorosas de las mujeres, de las que la poesía rusa hasta ese momento no se había ocupado.
Natalia Litvinova
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