En coedición con Verdehalago
Podría parecer una exageración: fragmentos de un libro de estructura fragmentaria. Cuando un rostro se asoma a un espejo roto, la imagen que ahí se refleja nos habla de la imposibilidad de recomponer los trazos de una continuidad. Cada fragmento guarda su verdad. Y toda la obra de Fernando Pessoa fue fragmentaria. Solo dio unidad a un libro. Lo que escribió quedó desperdigado en papeles de toda clase. Ni siquiera se molestó en escribir sus renglones en un cuaderno. No es pues una arbitrariedad presentar fragmentos de un fragmento. La posible unidad es tarea de cada lector.
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