Medina deambula entre Santa María y Lavanda; entre el recuerdo de un tiempo en que soñó ser Dios y un presente que lo acorrala en la más profunda desolación; entre jeringas, revólveres y pinceles, símbolos de las acciones que forjaron distintas etapas de su vida como médico, comisario y pintor, todas ocupaciones en las que fracasó irremediablemente.
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