Erik Satie (Honfleur, 1866-París, 1925) es sin duda uno de los compositores más representativos del pasado siglo. Tras estudiar en el Conservatorio de París, trabajó como pianista en diversos locales de la bohemia parisina, donde, entre otros, trabaría relación con Debussy, Cocteau, Picasso, Massine y Diáguilev. Creó un lenguaje musical propio y deliberadamente antirromántico, basándose en diferentes estilos y en la combinación de música y texto. El celebrado autor deGymnopédies, Gnossiennes, Préludes flasques pour un chien, Sonatine burocratique, Trois morceaux en forme de poire y Musique d’ameublement (que debe ser interpretada «para que nadie la escuche»), es también un escritor singular, que supo aliar la fantasía más desatada con la ironía más sutil. Los textos aquí reunidos nos desvelan los matices según los cuales entendió las complejas y a menudo contradictorias relaciones entre la música y la poesía.
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