Los Crímenes ejemplares son un compendio de testimonios anónimos que muestran los razonables y al mismo tiempo disparatados motivos que llevaron a sus autores a cometerlos. En este sentido, la de Max Aub no es sino una confesión más, que abre el libro: «Me declaro culpable y no quiero ser perdonado. Estos textos —dejo constancia— no tienen segundas intenciones: puro sentimiento».
Sin perder de vista sus técnicas de composición siempre tradicionales ?la tinta china y la acuarela en lugar del dibujo por ordenador? ni la experimentación constante que caracteriza su producción, Liniers abandona aquí su estilo más contenido para dialogar con los rasgos esenciales de la obra de Aub, para dibujar la violencia y hacerlo con violencia, pues sus trazos rápidos como cuchillazos en una atinada bicromía de rojo y negro acompañan la serie de brevísimos textos que componen los Crímenes.
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