En un momento en que se debate el contenido de los programas de historia en la escuela, en que se fija por ley lo que debe conmemorarse, Shlomo Sand se pregunta: ¿no está todo relato histórico marcado ideológicamente? ¿Acaso las sensibilidades políticas y el poder de los Estados no pesan de manera desproporcionada sobre la investigación de historia y sobre su enseñanza? Y, en estas condiciones, ¿puede existir una verdad histórica moralmente neutra y “científica”? Al describir el cuadro de una vasta historia de la Historia, desde Mesopotamia hasta nuestros días, denuncia los métodos con los que los historiadores han construido las mitologías nacionales modernas, o la tendencia actual a hacer del historiador el sacerdote de la memoria oficial o el forjador de las identidades nacionales. Al hacerlo, Shlomo Sand entrega también una obra personal, donde la polémica deja paso a la confesión, al balance desilusionado de sus relaciones de más de que cuarenta años con la disciplina, y a una cuestión provocadora: “¿por qué estudiar historia hoy?”. Ciertamente no por pura devoción a la memoria colectiva, sugiere, sino para liberarse mejor de un pasado fabricado, y mirar resueltamente hacia el futuro.
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