La joven Esti recuerda en Dios los cría momentos inolvidables de su infancia y va armando una genealogía amorosa llena de escenas ruidosas, confusiones, peleas, pero también mucho humor. Y se detiene en la figura de su abuelo, un inmigrante de Odessa que cruzó el Atlántico en búsqueda del sueño americano. En El viejo bromista, una joven madre soltera regresa a su casa luego de una salida al ballet con un nuevo amigo. Mrs. Cheatham, la niñera de su pequeño hijo, la espera con la casa ordenada y tranquila. Es una noche fría, no para de nevar, y cada uno de estos cuatro personajes va a formar una suerte de caleidoscopio en el que se desplegarán, lentamente, los sueños, las opiniones y los sentimientos de cada uno. En La vida que me diste, una mujer de mediana edad recibe una llamada: su padre se cayó de una escalera y está gravemente herido. En medio del shock por la noticia empiezan a surgir, irrefrenables, viejos recuerdos, peleas, esas cosas que no nos animamos a decir y ya puede ser tarde, esas cosas que nos arrepentimos de haber dicho pero ya no hay tiempo para pedir perdón. En estas nouvelles que componen Cosas que vienen y van, Bette Howland, escritora largamente olvidada, explora la intimidad de tres mujeres tan diferentes como cercanas, y construye un libro potente y entrañable que nos recuerda la importancia de los vínculos y el ineludible paso del tiempo.
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