Poco antes de fallecer en enero de 2018, Ursula K. Le Guin mantuvo una serie de conversaciones con su amigo David Naimon sobre el acto más profundo e íntimo que puede llevar a cabo una mente creativa: el de escribir. Es a través del ejercicio de la escritura, que se alimenta del poder de la imaginación, como transmitimos las mejores historias. Naimon y Le Guin planeaban reunir sus charlas en un libro que funcionara como un diálogo amistoso sobre el placer de imaginar y la vocación de escribir, dirigido a todo aquel que quisiera indagar en el misterio de la creación. Para Ursula fue su última obra –aunque no pudo revisarlo por completo, sí llegó a supervisar una buena parte del texto–, y para David Naimon el cumplimiento de un sueño: había accedido a la sabiduría de la mejor escritora americana de ciencia ficción y fantasía del siglo XX, y con este libro la podía compartir con el resto del mundo.
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