es la tesis doctoral de Mark Fisher, presentada en la Universidad de Warwick en 1999 y destinada a circular como una obra de culto en la blogósfera. Apenas unos años antes, Fisher había sido un activo integrante de la CCRU [Unidad de Investigaciones sobre Cultura Cibernética], un colectivo transdisciplinario y experimental surgido en los márgenes académicos y cuyas indagaciones se nutrían tanto de la filosofía rizomática de Deleuze y Guattari como de la cibernética, el ocultismo, el ciberpunk, de la cultura rave y el ciberfeminismo. Esa conjunción de enfoques, que coinciden en desplazar al sujeto humano del centro de interés en favor de las fuerzas activas de la materia, se expresa con nitidez aquí, y puede leerse como el andamiaje teórico sobre el que Fisher construirá luego el resto de su obra, a la vez que como un antecedente de corrientes de pensamiento contemporáneas como el aceleracionismo y los nuevos materialismos.
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