Las canciones han sido parte del cine desde sus inicios. Como se sabe, el cine silente rara vez se proyectaba en las salas sin acompañamientos musicales en vivo. Más tarde, llegarían los discos sincronizados, que musicalizaban las imágenes con melodías reconocidas por las audiencias. Durante el período clásico, la importancia de las canciones fue enorme: en América Latina y en algunos países europeos los repertorios musicales populares y sus intérpretes se convirtieron en los pilares para la construcción de industrias fílmicas nacionales que compitieron con el liderazgo de Hollywood.
Vehículos de emoción y de afectos, instrumentos de identificación y de distanciamiento, vectores de alusión cultural, catalizadoras de memorias individuales y colectivas, las canciones –menospreciadas frente al imperio de lo visual– han sido capitales en la formación de un inmenso número de películas cuyas melodías, antes que sus imágenes, perviven en el recuerdo de los públicos. Conozco la canción es la primera obra en castellano que se aboca a comprender los usos y funciones de las canciones populares en los cines populares desde los años sesenta hasta la actualidad, mediante un enfoque que convoca filmografías tan diversas como las de Almodóvar, Varda, Martel, Amadori, Carreras, Ripstein, Chalbaud y Godard.
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