A Agostina la conocí en la adolescencia y en esas clases que compartimos juntas durante varios años me dejó ver sus palabras arrancadas y el caudal de sus paisajes interiores. Su poética nace de la entrega, no viene de la especulación racional. En sus obras, reunidas en este volumen, pude ver todo aquello que también se había desplegado en las clases: una atmósfera femenina y misteriosa en donde se cuela una búsqueda sobre el entramado de los vínculos, de lo silencioso de esos vínculos, de lo indecible y lo invisible. La blandura, la extrañeza y lo salvaje son cualidades que atraviesan su trabajo.
Nora Moseinco
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