El hombre sólo puede hacerse una idea clara de sí mismo, cuando adquiere conciencia de la importancia de pensar en su propio ser. El cerebro es el instrumento corporal del pensar. Así como el hombre sólo puede ver los colores si posee un ojo bien desarrollado, del mismo modo se sirve el cerebro bien configurado para poder pensar. No existe ningún sentimiento, ni entusiasmo comparables en sensación de calidez, belleza y elevación, como los provocados por los pensamientos puros y cristalinos que se relacionan con los mundos superiores.
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