¿Cómo construir una imagen poética con retazos y jirones de frases que correrían el riesgo de decretarse descartables por falta de coherencia, demasiado oscuras para la comunicación? A partir de una hija que toma nota de los dichos deshilachados de la madre y los regenera en la conversación, María Teresa Andruetto elabora los poemas centrales de este libro. Una serie de textos que conforman la imagen oral de ese intercambio, sostén persistente de un vínculo en su amorosa intimidad, subterfugio de otra comunicación. Sólo una escucha poética podía internarse dentro de ese bosque sonoro y encontrar, en la maraña confusa, breves y luminosos claros. El oído de Andruetto encuentra sentidos en el habla de esa madre que ha perdido, en parte, la lógica de la lengua, pero no el grano de la voz. Cleofé, es su nombre y tiene una historia grabada como ecos desgajados, una voz oculta del mundo, que revela a su hija ahora, situada más allá del sigilo impuesto, social y familiar. Andruetto construye sutilmente desde la hija que replica en la conversación, recorta, acomoda, encuentra referentes o deja en suspenso la frase cuando es suficiente con lo dicho. Devuelve a un otro con su voz desnuda en el acompañamiento adulto del vínculo filial, un amor en el que ya hemos dejado de pedir y donde a pesar de las transformaciones seguimos siendo delicados y frágiles.
Dice Andruetto en un poema de este libro que podría tomarse como su ars poética: “Yo retengo esas cosas pequeñas, esos mínimos/ datos, los preservo de todo, las cuestiones/ privadas que se dicen a nadie”. Así transcurre su poesía haciendo brillar, como gemas, el detalle que guarda para sí.
Alicia Genovese
CORREO ARGENTINO
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