Dijo Gustavo Alzungaray: Los que hayan leído el trabajo (no solo en prosa) de Gustavo Espinosa verán que todo comienza aquí, en China es un Frasco de fetos. No hay en su obra futura un olor, un verso, un ser que viva, muera, explote o se pudra lentamente que no pueda ser un personaje más de este libro. Un geómetra enamorado, una giganta muda, un incansable militante de lo terrícola, son algunas de las variables que usa Espinosa para invertir la vieja ecuación Iván sale al campo y encuentra la maravilla, colocando seres extremos a una situación común y estremecedoramente posible. En esta historia el mundo se derrumba en orden y se reconstruye caóticamente, página a página, a través de un texto desmesurado y exacto. Pero, bueno, quienes lo conocen saben que la cabeza de Espinosa tiende a la desmesura y su pluma, paradójica y maravillosamente, a la exactitud.
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