Dice Ariel Williams sobre este libro “La poeta era una niña zurda a quien la abuela no podía enseñarle a tejer porque tenía que mostrarle los puntos al revés. Me gusta pensar en esa situación como la escena primigenia de la escritura de Daniela Catena. La poeta como una niña que no aprende: “desaprendo para jugar todo el tiempo”, dice. Y sus poemas son como miniaturas, días chiquitos, pequeños juegos o juguetes que toman momentos de la vida cotidiana en los que, como en los juegos, nada está definido, nadie está terminado, todo puede cambiar.”
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