Enrique Larreta contaba que había tenido que dejar de leer porque, al toparse con alguna frase, su mente emprendía el vuelo y le resultaba imposible continuar. La anécdota es desopilante por la presunción y por la excusa para dejar de leer. Deben ser muchísimos los poetas que pescan endecasílabos y perlas en las novelas que leen. Así debe haber nacido este libro: un poeta leía una "novelita" de Aira cuando una frase lo inquietó, volvió atrás y la frase se le apareció con plenitud de verso. Siguió leyendo y después dejó el libro, pero esos versos quedaron resonando, lujosos, exquisitos encadenamientos audiovisuales del pensamiento. En la obra de Aira estalla la más clara poesía de la literatura argentina contemporánea. A todos nos habrá pasado eso de quedarnos pasmados en alguno de sus fascinantes libros por su delicada captación de ciertas transparencias misteriosas. Acá viene bárbara la divisa de Osvaldo Lamborghini: "en tanto poeta, ¡zas!, novelista". El poeta que leía era Cristhian Monti y estos poemas quizás están inaugurando una tradición de crear collages con fragmentos de sus libros, facetados como diamantes. El procedimiento existe y esa es la razón del título. Vale la pena que el lector averigüe qué es eso de centón. Juan Pablo Correa
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