Durante más de tres décadas, mientras publicaba una docena de obras desperdigadas y casi secretas, el uruguayo Mario Levrero fue un escritor de culto. Tras su muerte, en 2004, el mundo editorial lo “descubrió” donde siempre había estado: entre los mayores escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX.
Caza de conejos, con su humor absurdo y su insolencia, ocupa un lugar muy especial dentro de su trayectoria creativa: abandona de un salto el tono kafkiano de sus primeras novelas y estrena la libertad que le permitiría escribir los magistrales experimentos autobiográficos de su madurez.
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