En 1962, cuando el régimen sudafricano del apartheid se encontraba en su momento más duro, Nelson Mandela fue detenido y condenado a cadena perpetua. Tenía 44 años y todo indicaba que acabaría sus días en una de las cárceles más duras del mundo, Robben Island, un penal de trabajos forzados situado frente a Ciudad del Cabo.
Después de pasar 18 años en condiciones durísimas, fue trasladado a los penales de Pollsmor, primero, y de Víctor Verster, después. Sus condiciones de vida mejoraron notablemente y pudo escribir cartas a su familia, a sus correligionarios y a distintas personalidades internacionales. Estas cartas –miles a lo largo de los años−, no solo documentan una época terrible de la historia del mundo, sino que también configuran el retrato, íntimo e ideológico, de Nelson Mandela.
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