Prólogo y traducción de Edgardo Scott
La mitad del camino que recorremos no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez deberíamos salir, tomar con espíritu de aventura por el camino más corto, y nunca regresar, preparados para enviar de regreso a nuestros desolados reinos, solo nuestro corazón embalsamado, como una reliquia. Si estás listo para dejar a tu padre y a tu madre, a tu hermano y a tu hermana, a tu esposa e hijo y amigos, y nunca volverlos a ver –si has pagado tus deudas, has cumplido tu voluntad, has resuelto tus compromisos y eres un hombre libre– entonces estás listo para una caminata.
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