Absoluta
paciencia:
los árboles erguidos,
sus rodillas hundidas en la
niebla. La niebla
lentamente
sube por la colina.
Pálidas
telarañas, el pasto
que ralea allí donde los ciervos
anduvieron en busca de manzanas.
En el bosque,
desde el arroyo hasta la cumbre
que se alza por encima
de la niebla, no se ve
un solo pájaro.
Tan absoluta es,
que no podría ser
más que la dicha, una respiración
que de tan sosegada no se escucha.
CORREO ARGENTINO
DESCUENTO DEL 10% POR TRANSFERENCIA BANCARIA
Protegemos tus datos