El fin del mundo que tanto se pronosticaba no sucedió. Sin embargo, fueron tiempos oscuros, en los que solo unos pocos se animaron a hacer lo que nadie podía. Edgar Wilson figura entre estos elegidos, pero ya está cansado de recorrer las rutas recolectando animales muertos. Cuando encuentra el cadáver de un payaso al costado del camino cree que la situación no da para más, y entonces le llega una propuesta inmejorable: Espartacus tiene una importante cantidad de búfalos salvajes que desea criar en el matadero de Milo. Edgar Wilson acepta volver a su viejo trabajo de aturdidor junto con Bronco Gil y el exsacerdote Tomás, pero las cosas se complican.
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