Es una de las parábolas que originan la literatura contemporánea; uno de sus hitos fundacionales. La historia del escribiente es la de una integración imposible: la historia del exilio del hombre en el mundo, el exilio de la razón en el cuerpo, el exilio de la materia en la naturaleza. Hablar parece indicarnos Bartleby, es pactar con la ignominia de existir, en una civilización donde ser es ser culpable. De ahí que su silencio nos inunde de terror: Bartleby somos todos nosotros, condenados al infierno, al universo concentracionario que vendrán a configurar Kafka y Samuel Beckett.
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