«No soy injusto, pero tampoco valiente. Hoy me enseñaron el mundo tal cual es. Me lo mostraron con un dedo ensangrentado y me apresuré a decir que sí, que por mí estaba bien.» Bertolt Brecht Con esta declaración de intenciones comienza la balada de Brecht, su oda a la resignación más indecorosa. Escrita entre 1931 y 1932, esta poesía narra la pasividad de un hombre, cobarde confeso, ante las injusticias y la barbarie, y su asunción del oprobio como requisito para salvar la vida. El cinismo y la sardónica ironía anidan en esta obra del escritor alemán, cuya literatura estuvo fuertemente marcada por su inquebrantable compromiso político y su espíritu radicalmente inconformista. Considerado uno de los dramaturgos más importantes del s.XX, Brecht defendió siempre la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad.
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