En 1964, Heidegger postuló que la función histórica de la filosofía de proporcionar una explicación unificada del mundo estaba quedando obsoleta. La cibernética la había vencido, como disciplina capaz de dar cuenta tanto de la interacción de una célula con su entorno hasta del comportamiento humano o el funcionamiento de una computadora. La proclama de Heidegger del “fin de la filosofía” venía acompañada de una importante advertencia: este nuevo ethos tecnológico corre el riesgo de adoptar una actitud colonizadora hacia los seres humanos y el mundo natural.
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