En Acacia olor a muerte, Kusama despliega de forma literaria muchos de los elementos y obsesiones que dan sentido a su obra como artista plástica, indivisible de los avatares de su vida personal. A lo largo de su carrera Kusama realizó instalaciones que parecen performances y performances que son instalaciones. Ella misma se definió como “una adicta al suicidio”, y hoy a los 84 años ha llegado con obras de lo más consistentes, además de acumular incontables proyectos innovadores y alucinantes en distintas disciplinas que parecen surgir de la mente más jovial. “La peculiar condición que la ha llevado a sufrir durante toda su vida, la ha empujado a un mundo simbólico creado por ella”, explica Philip Larratt-Smith, curador junto con Frances Morris, de la muestra de Kusama en el Malba.
Mercedes Urquiza
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